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Padre Umile de Génova

El Papa Francisco, el 5 de agosto de 2022, autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a publicar el decreto super virtutibus del padre Úmile de Génova, Fundador del “Sorriso Francescano” [Sonrisa Franciscana] y de las Pequeñas Siervas del Niño Jesús. Este primer hito es el fruto de muchos años de esfuerzo y de muchos hermanos que han trabajado y orado. Hoy no se pueden olvidar dos hermanos que nunca dudaron de la vida santa y preciosa del padre Úmile: el padre Renato Galsaldi († Génova 2014) y el padre Andrea Caruso († Lurdes 2019).

 El Padre Úmile nació en Génova el 21 de abril de 1898, el segundo hijo de los tres del matrimonio de Antonio Bonzi y Lavinia Podestá, fue bautizado en la parroquia de Santa María Inmaculada en Génova, el 23 de abril siguiente, recibiendo los nombres de José y Juan.

De 1906 a 1910 frecuentó la escuela en el Instituto Emmanuele Celeste de Génova, inscribiéndose luego en la escuela técnica Ugolino Vivaldi. Consiguiendo el diploma y la licenciatura en práctica comercial en julio de 1916, fue empleado del Crédito Italiano de Génova y al año siguiente pasó a la Caja de Ahorro – Montepío de Génova.

Desde joven, el Siervo de Dios reveló una poco común sensibilidad espiritual y un alma que busca a Dios. Entre los 15 y 20 años comenzó a tomar forma en él el deseo de entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos que conocía a través de fr. Taddeo Cambiaso de San Cipriano, hermano limosnero. El 15 de agosto de 1918 inicia el año de noviciado recibiendo en nombre de Úmile de Génova. Emitida la profesión temporal, el 16 de agosto de 1919, fue enviado al convento de Génova-Quarto para los estudios de filosofía y luego al convento de Génova-San Bernardino para la teología. El 17 de septiembre de 1922 emitió la profesión perpetua y el 25 de enero de 1925 recibe la ordenación sacerdotal. Enviado a Roma, el 17 de octubre de 1927 consigue el doctorado en filosofía en la Pontificia Academia Santo Tomás y el 2 de julio de 1928 el doctorado en sagrada teología en la Pontificia Universidad Gregoriana.

De regreso a la Provincia, comienza a enseñar en el Estudio Teológico de los Capuchinos, escribió obras de teología profundizando de modo particular en la experiencia mística de santa Catalina de Génova, y ejercitó el ministerio de la predicación.

Su tranquila vida de profesor fue alterada por los trágicos eventos de la Segunda Gran Guerra y la postguerra. La ciudad fue devastada por durísimos bombardeos. Entre los escombros el Siervo de Dios vio vagar niños huérfanos, hambrientos, sin techo, traumatizados y, lleno de compasión, comenzó a acogerlos en el convento de Génova San Barnaba. Nacía de hecho, en aquel trágico 1945, lo que será luego la obra la Sonrisa Franciscana que se desarrollará en distintas casas, escuelas, oficinas con el fin de acoger a los niños huérfanos y formar jóvenes para el mundo del trabajo. En los 23 años que dirigió la Sonrisa Franciscana, iba a pedir por las calles de Génova, siendo querido y bien acogido.

El 10 de julio de 1948 el cardenal Giuseppe Siri erigía a Sonrisa Franciscana como Fundación de culto, y al año siguiente tuvo el reconocimiento civil. De hecho, la Sonrisa Franciscana fue puesta bajo la autoridad del Ordinario diocesano, siendo más autónoma con respecto a la Provincia religiosa de los Capuchinos. La posición del Siervo de Dios, dependiente del cardenal Siri y al mimo tiempo unido a los Capuchinos por ser fraile, creó momentos de tensión con los Superiores religiosos y los hermanos. La obra, mientras tanto, se expandía con la ayuda de hermanos y benefactores y se abrieron casas en Génova, Sabona y La Spezia.

Para el servicio de la Sonrisa Franciscana, en 1946 el padre Úmile fundó las Pequeñas Siervas del Niño Jesús y comenzó con la fundación de un Seminario con el mismo objetivo, pero que no llegó a madurar completamente. El Padre Úmile en todas sus cartas escribía con letras mayúsculas: Dios sólo y su amor, revelando cómo el amor de Dios fuese el centro vital de su vida, de su hacer y de su oración.

En el seguimiento de San Francisco de Asís, pobre y humilde, y en la experiencia dramática de las heridas dejadas por el segundo conflicto mundial descubrió y se adhirió a la voluntad de Dios que lo llamaba a ser la concreta caridad con el prójimo. Y aquel que una vez había enseñado teología, ahora se sumergía, con todo su ser y a tiempo completo, en las heridas de aquellos niños inocentes que habían sufrido la violencia y el egoísmo de los adultos, para darles un futuro y restituirlos a la vida. No abandonaba la cultura que hasta ahora había sido su principal trabajo, sino que la usó para formar una nueva generación de hombres abiertos a la esperanza y futuros constructores de paz.

Desde 1967 comenzó a tener graves problemas de salud que lo debilitaron progresivamente haciéndole muy dificultoso el caminar. El 8 de septiembre de 1968 se quebró el hombro y, en estas condiciones, a comienzos de 1969, pide ser transferido a Villa Santa Chiara, antiguamente Villa Piuma, primera y principal sede de la Sonrisa Franciscana. Allí muere el 9 de febrero de 1969, rodeado de las Pequeñas Siervas y de sus más estrechos colaboradores.

Un fraile de la caridad y de la compasión que supo responder al grito silencioso de muchos niños inocentes que habían perdido todos sus afectos por la violencia de una guerra, que había sembrado, como siempre, dolores y sufrimientos. Ahora lo podemos invocar para que nos conceda a cada uno, no sólo la capacidad de gastarse y donarse por el otro en un gesto profundo de amor, sino también nos conceda construir la única verdadera familia que puede dar y decir al mundo entero que solo la paz que da Jesús, el Señor, es la verdadera paz que lleva en sí misma la verdad, la justicia y el perdón de Dios.

Decreto Super Virtutibus

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Modificado por última vez el Viernes, 26 Agosto 2022 08:02
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