Jornada de la Familia Capuchina
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El 3 de julio de 1528, con la bula Religionis Zelus el Papa Clemente VII, fue confirmada la reforma de los Frailes Menores Capuchinos en la Iglesia.
Por este motivo, cada 3 de julio celebramos la “Jornada de la Familia Capuchina” como recuerdo y agradecimiento por el don de nuestro carisma para la Iglesia y el mundo. Este año, en Roma en la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Via Veneto, se encontraron los representantes de los distintos miembros de la Familia Capuchina.
El encuentro fue ocasión para compartir y reflexionar sobre nuestra misión y nuestro carisma en el mundo de hoy, expresado de varias maneras, según el modo de cada Instituto. Entre los presentes había un grupo de hermanos de la Curia General, y hermanas representantes de algunas curias generales: las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto, las Hermanas Misioneras Capuchinas, las Hermanas Terciarias Capuchinas y las Hermanas Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado. La reflexión de este año se desarrolló a partir del Centenario de los Estigmas de San Francisco, reconociendo que el misterio de la Cruz que marcó la vida de Francisco interpela nuestra vida luego de ocho siglos.
En la primera parte de la mañana tuvimos la oportunidad de contemplar la humanidad de san Francisco en el acontecimiento de la estigmatización, prestando atención al simbolismo evangélico y carismático de las “heridas”. En la segunda parte de la mañana, la reflexión subrayó la dimensión teológica del acontecimiento de los Estigmas, donde la cruz no es la última palabra, cargada de dolor, sino que es la apertura a la Pascua, a la resurrección del Señor. El crucifijo es “la Puerta” para conocer al Padre y, de este modo, para poder ir al encuentro de nuestros hermanos y hermanas con una mirada misericordiosa.
El encuentro y el compartir se concluyeron con la celebración de la Eucaristía y la oración sobre la tumba de san Félix de Cantalicio, primer santo proclamado de la Orden capuchina, para pedir su intercesión para continuar siendo fieles al Evangelio y a los valores esenciales de nuestro carisma. Al finalizar, el almuerzo fue compartido en fraternidad y también fue la oportunidad para visitar el “Museo de los Capuchinos”, que está junto a la Iglesia.
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