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updated 4:32 PM UTC, Feb 7, 2025

Jornada Mundial de la Paz”

Todos los años, el 1º de enero, se celebra la Jornada Mundial de la Paz y el Papa Francisco nos invitó a que “Al comienzo de este Año de gracia, en lugar del cuerno nosotros quisiéramos ponernos a la escucha del «grito desesperado de auxilio» que, como la voz de la sangre de Abel, el justo, se eleva desde muchas partes de la tierra (cf.  Gn 4,10), y que Dios nunca deja de escuchar. Por esto, nosotros debemos sentirnos responsables de algún modo por la devastación a la que está sometida nuestra casa común, empezando por esas acciones que, aunque sólo sea indirectamente, alimentan los conflictos que están azotando la humanidad. Me refiero, en particular, a las disparidades de todo tipo, al trato deshumano que se da a las personas migrantes, a la degradación ambiental, a la confusión generada culpablemente por la desinformación, al rechazo de toda forma de diálogo, a las grandes inversiones en la industria militar (Papa Francisco, 1º de enero de 2025).

La paz fue el don de Dios a la humanidad en el nacimiento de Jesús. Del mismo modo, fue el don de despedida de Jesús a los apóstoles. San Francisco, nuestro seráfico Padre, hizo de la paz la palabra de apertura de sus conversaciones y de sus saludos cotidianos. Ahora, justo al inicio del nuevo año 2025, comprometámonos a construir la paz, transformando cada evento doloroso del año pasado y llevando adelante la memoria de la paz al futuro.

Trágicamente, estamos atravesando una época que desea profundamente la paz. La humanidad aún no aprendió algunas lecciones de las horribles tragedias de las dos grandes guerras mundiales y de innumerables pequeñas guerras que se llevaron millones de vidas inocentes. Todos los días asistimos indiferentes a la muerte de millones de mujeres, niños y soldados, a través de nuestros teléfonos celulares. Al inicio podemos sentirnos incapaces de hacer algo para frenar este horror inhumano.

Pero si tomamos conciencia de nuestro poder interior, entonces podremos ser más fuertes y podremos inspirar a millones de personas con nuestras palabras y acciones creativas por la paz, más que con las bombas que destruyen centenares de personas. Quizás no lograremos frenar la guerra con nuestra sola intervención, pero podremos promover una cultura de paz con la diplomacia popular, compartiendo mensajes de paz.

Una persona auténticamente religiosa, de cualquier religión o fe, no puede asistir indiferente a las atrocidades humanas. Todas las religiones tienen oraciones por la paz. Por ejemplo, en el nacimiento de Jesús los ángeles cantan “Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz a los hombres de buena voluntad”. Una oración hindú dice así: “Oh Señor, llévanos de la falsedad a la verdad, de las tinieblas a la luz y de la muerte a la vida eterna”. El profeta Mahoma oraba: “Revívenos con un saludo de paz y condúcenos a tu morada de paz”. Los monjes budistas oraron: “Que todos los seres sean plenos de amor; que todos los seres estén seguros; que todos los seres sean libres y estén en paz”. Los profetas hebreos oraron: “Las naciones no levantarán más la espada contra las naciones, ni aprenderán más la guerra. Ninguno tendrá miedo”.

En resumen, todas estas religiones rezan por la paz. Todas desean la paz no sólo para sus seguidores, sino para cada ser humano. Orar por la paz lo llamaría diplomacia divina. Cuando hacemos una simple oración por la paz, estamos implorando a Dios para obtener el don de la paz para otra persona y para la humanidad. Por eso, todos los que oran por la paz son diplomáticos divinos que Jesús definió como Hijos de Dios cuando proclamó categóricamente: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). Oremos para que el nuevo año 2025 dé vida a millones de Hijos de Dios que construyan la paz para todos.

Modificado por última vez el Lunes, 13 Enero 2025 16:04

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